“Con la excepción del número de candidatos asesinados, todas las demás formas de violencia política y contra candidatos se incrementaron en 2015 frente al 2011. Esta violencia se ha transformado: hoy tiene características propias de un país en transición del conflicto al posconflicto: es más selectiva, más urbana que rural y parece tener ahora mayor relación con el crimen organizado y los grupos pos desmovilización paramilitar (GPDP) que con los grupos guerrilleros”, explica el estudio. Además, la entidad asegura que en 2015, “el número de víctimas de violencia electoral superó en más del doble lo alcanzado en las elecciones locales de 2011, al pasar de 49 a 107. Según nuestros registros, este notable aumento tuvo que ver sobre todo con el número de amenazados, que pasó de 31 a 83 en dichos años; aunque también aumentó la cifra de heridos (de 0 a 3), y asesinados (18 a 21), con participación en campañas electorales”.
Según los registros del CERAC, 22 integrantes de la oposición y 22 de la colación del gobierno fueron víctimas de algún tipo de agresión, siendo el Partido de La U y el Centro Democrático los dos movimientos que mayor afectados tienen.
Se resalta, como segundo elemento relevante, que los diferentes hechos registrados demuestran que la violencia electoral “está en un proceso de transformación que la hace relativamente autónoma al conflicto armado, las prácticas y los riesgos asociados al conflicto se usan por quienes ejercen la violencia política”.
Por último, el CERAC explica que la violencia electoral “tiene una alta concentración en zonas urbanas -aunque no es exclusiva de estas áreas, que obedece al interés de algunos sectores ilegales por controlar entidades públicas que pueden ofrecerles una importante fuente de acceso a presupuestos municipales y departamentales. No es en vano que esta violencia se ha observado de forma importante en las ciudades principales y los departamentos con mayor capacidad financiera del país”.